Carta pública al Presidente:
Andrés Manuel, ojalá recapacites, aún estás a tiempo.
Me había propuesto no procurar tu atención, al menos, durante la primera mitad de tu administración. Sé que antes de comenzar a exigir resultados, había que dar espacio a que construyeras las bases de tu proyecto de país y lo echaras a andar. Sin embargo, la pandemia del Covid-19 apareció y sus terribles consecuencias están generando hondas heridas en el mundo y en nuestro país.
No creo que las diferencias existentes entre Estados Unidos y China sean insalvables, y tampoco creo que lo sean las que existen entre tu proyecto y el sector productivo de nuestro país. No creo que ningún desacuerdo sea definitivo, porque creo en la razón, en la sensatez y el diálogo.
Me preocupa demasiado que, en unos pocos meses, a más tardar un año, te des cuenta de que nuevamente te equivocaste. Me angustia pensarlo porque para entonces las consecuencias serán, por mucho, las más graves en comparación con cualquiera de tus errores pasados. En 2006 sabías que te estabas equivocando, pero únicamente perdiste la Presidencia; en cambio, tus errores de 2020 habrán desbarrancado la economía y el aparato productivo del país.
El plan de rescate económico no es un plan y no es rescate, y si de algo sirve la reflexión, es evidente que las grandes empresas trasnacionales podrán cambiar el destino de sus inversiones; los más ricos podrán sacar, con un clic, sus millones de dólares a mercados seguros. ¿Pero los micro, pequeños y medianos empresarios, que generan 3 de cada 4 empleos, qué podrán hacer? ¿Cómo van a sobrevivir? ¿En qué les ayuda tu plan? ¿Con qué ingresos fiscales se podrá apoyar a los pobres del
país si cae de manera dramática el PIB nacional, por falta de producción y de consumo?
Vale la pena recordar la frase de don Enrique González Pedrero, que hiciste propia y convertiste en lema de campaña: “Por el bien de todos, primero los pobres”. Si realmente quieres apoyar a los más necesitados y vulnerables y provocar que haya empleo en el país, no puedes ignorar, ni sacrificar la economía nacional.
¿Recuerdas aquella memorable ocasión, cuando te presenté a Alfonso Romo? Él, como la mayoría de los empresarios, dudaba de ti. Los presenté para que lograras cambiar la percepción que tenían de tu proyecto y para que comenzaras a construir puentes, para que terminaras con la profunda confrontación que habías tenido con el sector productivo de este país.
Frente a Alfonso te pregunté qué querías ser: ¿Presidente de la República o el líder social más importante de México? Dijiste que querías ser presidente y te respondí que era la decisión correcta, porque ya eras líder social. Andrés, México necesita que comiences a ser presidente.
Aún es tiempo de que adviertas que llevas al país al precipicio, que rectifiques y tomes las decisiones que se esperan de un presidente sensato y responsable. Te convoco a que desempeñes el cargo con visión de grandeza. Si aún tienes el respaldo de una parte de la población, ahora construye, con sentido social, la UNIDAD NACIONAL con las otras partes. Solo así lograrás estar a la altura de los grandes momentos de la historia. De lo contrario, no solo vas a fracasar como lo hicieron los presidentes anteriores, sino que habrás logrado afianzar la tragedia de México.
Hidalgo, Juárez, Madero y Cárdenas no trabajaron ni lucharon para ser héroes de México, sus resultados y congruencia de vida los convirtieron en ello. No insistas, con pérdida de tiempo, en remarcar que eres un presidente diferente, te convoco a que lo seas. Para serlo tienes que ser Presidente de México, de todos los mexicanos. Deberás ejercer el poder incluyente, el poder para construir no para destruir, el poder para ser líder y el estadista que nuestro pueblo espera que seas y México requiere.
La falta de contrapesos institucionales de poder (mayoría en las Cámaras de Diputados y de Senadores) y consecuentemente tener un poder hegemónico, afecta, en la mayoría de las ocasiones, la necesidad de construir consensos y acuerdos imprescindibles.
Precisamente por ello, ahora es más necesario que nunca construir esos acuerdos. De no hacerlo oportunamente, perderá México, perderemos todos los mexicanos y, a la larga, también perderás tú, porque la democracia, con todas sus imperfecciones, es la que corrige, para bien y para mal, las desviaciones, perversiones o confusiones de los gobernantes.
Por todo esto es que te exhorto a que veamos para adelante. La tarea del buen Presidente es construir confianza, construir armonía, construir grandeza. No le apostamos a tu fracaso, porque eso sería apostar por el fracaso del país, y estoy firmemente convencido que construir un proyecto pensando en reconstruir un país devastado, es una postura de traidores.
Hoy México exige la presencia y acción de patriotas. Afortunadamente, tenemos a muchas y a muchos en todas las actividades de la vida académica, cultural, profesional, científica, económica, social y en el sector público. Desde luego que ahí no solo debes estar tú, sino que tienes la obligación constitucional de encabezarlos.
Andrés, en una crisis como ésta, que está afectando a todo el mundo, la negación, la terquedad y la omisión se convierten en tragedia, en dolor, en miedo y en pérdida de vidas. México no está preparado y no se está preparando para enfrentar de manera responsable una crisis en la que lo peor está por venir. Mucha gente va a enfermar y mucha va a morir si no dejas de pensar en esto como una crisis de imagen y comienzas a enfrentarla como una contingencia de estado. Quizá tengas razón cuando declaras que después de esto “México seguirá de pie”, pero en qué condiciones. Eso dependerá de las decisiones que tomes. La responsabilidad es tuya. Nunca antes México esperó tanto de un presidente, lo que hagas será parte de la historia. Sé consciente que esa misma dimensión tendrán tus errores.
Sabes que acostumbro hablar de frente y a decir las cosas cuando se tienen que decir, por eso te escribo hoy, porque de nada servirá que te lo diga cuando todo haya pasado y no haya remedio.
Ojalá recapacites. Tal vez esta sea la última oportunidad de hacerlo.
Atentamente, Ciudad de México, abril 7 de 2020.